Alimentación saludable en el embarazo y primeras etapas de la vida
Una alimentación saludable durante el embarazo y la infancia es esencial para el crecimiento y desarrollo del niño y para prevenir enfermedades en la vida adulta.
La alimentación saludable es una de las formas más importantes que tenemos a nuestro alcance para promover nuestra salud; nos aporta los nutrientes necesarios para sentirnos y funcionar bien, así como para reducir el riesgo de sufrir enfermedades crónicas. La alimentación de la embarazada y del niño durante las primeras etapas de la vida es esencial para el crecimiento y desarrollo durante la infancia y para prevenir enfermedades en la vida adulta. Cuando una mujer embarazada come bien, ayuda a garantizar que su bebé reciba todos los nutrientes necesarios para un desarrollo saludable.
Una dieta apropiada incluye: alimentos proteicos (carne, pollo, pescado, legumbres, frutos secos), evitando aquellos que poseen altos contenidos en grasas saturadas; cereales (pan, pastas, arroz, cereales), procurando que parte de ellos sean integrales; lácteos (leche, queso, yogures); frutas y vegetales.
En los países desarrollados no suelen producirse problemas de malnutrición que pudieran comprometer la evolución favorable del embarazo, aunque puedan todavía darse casos aislados en colectivos marginales. Sin embargo, desde hace años se vienen realizando estudios que han permitido identificar una serie de nutrientes, tales como el hierro, el ácido fólico, la vitamina D y el calcio, cuyas deficiencias podrían producir alteraciones tanto en la madre como en el recién nacido. Por ello es práctica clínica habitual la recomendación, ya desde la fase preconcepcional, de una dieta rica en estos elementos, así como la administración de suplementos vitamínicos y minerales.
Existen además otros nutrientes cuya ingesta deficiente durante el embarazo podría aumentar el riesgo de anomalías en el desarrollo fetal e infantil, sobre todo en presencia de otros factores predisponentes en la madre, tales como enfermedades previas, factores genéticos o exposiciones ambientales. Sin embargo, los estudios existentes no han aportado todavía la suficiente evidencia que permita desarrollar recomendaciones preventivas. Entre estos nutrientes, los estudios actuales están centrando su atención fundamentalmente en las vitaminas antioxidantes y los ácidos grasos poliinsaturados.